Continuación del articulo El Stearman de Paco

¡¿Cómo valorar el material?!

Con el material a buen recaudo, incluso acceso para comprobar el estado de alguno de sus elementos, se trataba de elaborar una oferta. Pero cómo valorar ese material!?

Sin tener un inventario exhaustivo, sin evaluar el estado real del mismo, ¿qué base adoptar?

Se añade que ni siquiera teníamos conocimientos ni experiencia en restauración de aviones y que nunca habíamos visto “las tripas” de un Stearman. Parece una locura, ¿verdad?, y éramos conscientes de ello. Sin embargo, aunque movidos por la ilusión debíamos elaborar una oferta con los pies en el suelo.

La estrategia fue empezar por el final, la meta, por el conjunto: Sencillamente decidimos restar al precio de un avión completo todos los costes evidentes que nos íbamos a encontrar.

Así, buscamos ofertas de aviones completos, en estado de volar, sin tener en cuenta potenciales de motor ni otros componentes con vida limitada: encontramos varios desde 60.000 a 80.000 dólares en EEUU.

Es verdad, al final del proceso tendremos un avión revisado, como nuevo, y estábamos fijándonos como referencia en aviones “completos” nada más… pero bueno, esa era una manera de no pillarnos los dedos.

El principal componente de un avión es siempre el motor. El lote incluía uno prácticamente completo, según nuestro inexperto criterio. Una visita a la web de alguna empresa de las que revisan esos motores nos puso en la evidencia de que un motor revisado cuesta $35.000, aportado un motor completo. Esas mismas tarifas valoraban un motor pendiente de revisar en unos $5000.

Las alas son otro elemento importante. Encontramos juegos de alas a la venta, incluso kits de madera para montarlas uno mismo. Todo ello rondaba los $4000.

Así, seguimos buscando componentes principales que faltaban o estaban dañados: Hélice, tren de aterrizaje, alerón, instrumentos y los correspondientes precios en anuncios por palabras.

Así es como, restando groso modo lo que sabíamos que faltaba o estaba dañado al precio de un avión completo, llegamos a una cifra final.

En ese momento surge la pregunta: ¿Sera una cifra demasiado Baja? ¿Demasiado Alta?

¿Demasiado baja?; teniendo en cuenta el estudio realizado, todo lo que tendríamos que comprar, con el adecuado margen de seguridad, nos parecía razonable. El vendedor es el que debe juzgar al final… y aunque con teniendo mucha ilusión, éramos conscientes de “meternos en un buen lio”.

¿Demasiado Alta?; eso ya era peor (para nosotros). Para contestar a esa pregunta hicimos la aproximación contraria: “¿Si nos liásemos a vender el lote al detalle, recuperaríamos la inversión? Después del estudio de mercado de componentes realizado, la respuesta era evidentemente sí.

Con estas conclusiones, solo quedaba hacer la oferta.

El desenlace

Quedamos todos con el tío Paco una fría tarde de diciembre 2016, en una cafetería de la zona de Goya, en Madrid. Javi iba armado con una carpeta llena de papeles, con los fundamentos de nuestras cuentas, para poder explicar la oferta: La diferencia entre lo que pedía y lo que ofrecíamos era notable, la sexta parte, por lo que no esperábamos una acogida entusiasta.

Y así fue, no le hizo ninguna gracia así que cada uno nos fuimos por nuestro lado sin acuerdo.

Durante años el Stearman permaneció en los dos contenedores, recibiendo la visita de algún interesado.

Durante ese tiempo las contraofertas se fueron acercando a la oferta y en paralelo, todo a nuestro alrededor se ponía de cara para iniciar el proyecto: “se nos apareció” un local fantástico en el que trabajar y tomamos contacto con un constructor amateur pasado a profesional, que estaba él también restaurando un Stearman, y que se nos ofreció a ayudarnos.

Por fin un día Paco me contactó para cerrar el trato en la cantidad que le habíamos ofrecido. Con ese gesto, Paco podía estar seguro de que su material tendría una continuidad.

Cerramos el trato un 4 de noviembre de 1018, en el chalet del RACE, después de admirar el fantástico Stearman de la FIO.

Enrique Cueto

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